Al llegar el verano, no solo cambia la estación y el clima. Nuestro organismo se adapta y nuestros hábitos siguen un nuevo ritmo. Variamos: vestido, trabajo, socialización y lo que nos ocupa: la alimentación. Aparecen nuevos ingredientes y cambia su condimentación. Tenemos otros horarios y nuevas actividades sociales, con salidas y picoteos. También cambiamos el horario de sueño, la práctica de ejercicio y un largo etc. de variaciones en el ritmo de vida.
El calor además de promover estos cambios, comporta vasodilatación y aumento de pérdidas hídricas, que precisan reposición para mantener el balance de líquidos y la correcta hidratación, sin la que todos los sistemas y órganos se descompensan o como mínimo funcionan por debajo del nivel idóneo.
Al aparato digestivo, sin advertirlo, le añadimos un cierto sobreesfuerzo alimentario con: comidas y cenas a deshora, copiosas, en ocasiones de gran densidad calórica, sal abundante y especies de difícil digestión, como el ajo, las salsas densas o condimentadas y los líquidos abundantes y en ocasiones muy fríos o con alcohol y gas. Todo asociado, provoca sobrecarga digestiva, con: distensión y retraso en el vaciamiento del estómago, que se expresan como: pesadez y malestar, y que pueden inducir sensación de abotargamiento mental. Cuando se sobrepasan las capacidades digestivas de absorción o de tolerancia al volumen, aparecen: eructación y aumento de emisión de gas con posibles náuseas y alteraciones en la deposición.
Consejos
- Estilo de vida: Duerme lo necesario y nunca con el estómago repleto. Mantén actividad física no extenuante y suave tras la ingesta. Evita el tabaco. Modera al máximo el alcohol: como si tuvieses que conducir de inmediato.
- Alimentación: Dieta variada, evitando restricciones intuitivas que no suelen mejorar y pueden llevar a nutrición carencial -Aforismo: “COMER DE TODO UN POCO Y POCO DE TODO”. Salvo en caso de que determines de forma clara que un alimento concreto es siempre causa de malestar. Tu médico valorará la relación causa efecto y te aconsejará.
- Hidratación:Es imprescindible. Se aconsejan 30 cc /kg/día de líquido, con aumento de aporte guiado por la sed y por la cantidad de sudor. Procurando beber entre comidas, pues añadir mucho líquido a las comidas aumenta la repleción gástrica, con incremento proporcional en la distensión y el disconfort. Es decir: durante la comida restringir la bebida a unos 100 cc, con toma del resto de aporte necesario entre comidas.
- Preparación de alimentos: Permitidme repetir: “de todo poco”. Dicho esto, recordad que es más fácil de digerir la cocción sencilla: hervido, o plancha y con poco condimento. Así como evitar la sobrecarga calórica: excesos en el aporte de alimento o de grasa y azúcares.
- Como y cuando comer. El consejo general es con disciplina de horarios, despacio, callado, masticando bien, sentados y tranquilos y sin atender a pantallas o interlocutores. La sociabilidad propia del verano dificulta estas recomendaciones. Disfrutemos del verano y de la interacción social interpersonal, recordando las normas en lo posible y ajustando el balance entre el disfrute de las relaciones y la buena digestión.
En resumen, el sentido común como criterio. Evitar abusos sin caer en obsesiones alimentarias, que tan en boga están. Disfrutemos del verano, de nuestro excelente clima, productos alimentarios, paisaje y paisanaje. Recordando consultar al médico si aparecen alarmas, como: persistencia de síntomas tras mejorar la dieta, pérdida de peso significativa, molestias despertadoras u otros síntomas de alerta.